Por: Mariana de la Torre Ugalde y Andrés della Francesca
Muchos de nosotros nos hemos aproximado a Jorge Eduardo Eielson por medio del «Poema en forma de pájaro», el cual vemos en los cursos sobre letras del colegio, al momento de abordar a los intelectuales de la llamada «Generación del Cincuenta».
En nuestro caso lo hemos hecho adicionalmente por el libro «La Vida sin Dueño» del recientemente fallecido pintor, Fernando de Szyszlo (ver la reseña de Mario Vargas Llosa). Este último hace un desarrollo en extenso de su amistad con el Eielson tanto en Lima (y sus años con diversos intelectuales en la Peña Pancho Fierro) como en Francia e Italia, donde finalmente pasaría sus últimos días.
Ambos pertenecientes a la Generación del Cincuenta, miembros del Grupo Espacio y quienes el ser vanguardistas era un modo de vida al que aspiraban (eran la vanguardia, diría de Szyszlo). Bien hizo Fernando de Szyszlo al precisar que la obra de Eielson no se reducía al verso -siendo esta solo una faceta en su visión vanguardista de la vida- sino que también se extendía a las artes plásticas y que bien se complacía por la importancia que se le estaba brindando -debidamente- a su producción artística durante los últimos años.
De manera póstuma a la muerte de Szyszlo, este jueves 16 de noviembre de 2017 se ha iniciado la muestra Eielson en el Museo de Arte de Lima (cuya curaduría ha estado a cargo de Sharon Lerner y Gabriela Rangel), la cual abarca tres espacios, dos de los cuales se encuentran debidamente aprovechados (un tercero, en el que se escucha la voz del artista pareciera haber sido un cajón de sastre, dejando la sensación de espacios no aprovechados).
En un primer ambiente podemos ver las obras de Eielson elaboradas con acrílico sobre yute, como el cuadro Figura Definitiva, obra que nos permite -entre otras cosas- reflexionar sobre la vida y su relación inexorable con la muerte.
Asimismo, se puede ver la obra «Cabeza de Chamán VII» realizado en homenaje a César Vallejo.
Asimismo, con la muestra se evidencia una Sala destinada a la serie Quipus de Eielson, una gran labor por parte de las curadoras para recopilar tales trabajos del artista.
En cada uno de los ambientes se pueden ver también cartas y datos sobre aspectos personales de Jorge Eduardo Eielson; como por ejemplo, un histórico afiche de una de sus presentaciones de la Galería Moncloa de 1967.
Junto con las muestras físicas se puede acceder adicionalmente a diverso material digital y audiovisual, lo cual se complementa con los aspectos estrictamente físicos de la exposición.
Recomendación: No se olviden de recoger la «hoja de papel azul» y revisar la historia de la misma.
Asimismo, al culminar la visita no hay que olvidarse de pasar por la librería del Museo de Arte de Lima, en la cual se puede adquirir tres libros sobre lo mejor de la obra de Jorge Eduardo Eielson en Perú, Francia e Italia.
En conclusión, la presentación evidencia un gran esfuerzo por parte del personal que ha intervenido en su concretización, siendo muy buena en términos generales. Dos de las Salas han sido tratadas de forma impecable. Una tercera queda floja, aunque resulta particularmente interesante que en ella se reproduzca el audio de Eielson recitando los colores. Por todo ello, resulta altamente recomendable su visita.
Arte y pasión 
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